Cuando mi hermana y yo éramos niñas, mi madre nos compró una colección de cuentos infantiles bastante cara para la época, recuerdo que cada uno de los cuentos estaba cubierto por una linda tapa bi-dimensional que permitía visualizar diferentes escenas del cuento como si estuvieran en movimiento.
Mi madre quien es fanática de la lectura, ha devorado con los ojos una biblioteca entera, y entonces era de esperarse que ella nos inculcara este gran hábito desde que estábamos en su vientre.
Mi madre no esperaba la noche para leernos, ella lo hacía en cualquier momento de su día libre, usualmente cuando nos veía aburridas y faltas de creatividad para inventarnos algún otro juego.
Ella jamás nos prendía la tele para entretenernos, esa nunca fue su opción, pero sí lo fueron los libros. En casa teníamos varios tomos de enciclopedias que mi abuelo nos heredó en vida, recuerdo que me fascinaba leer sobre los desastres naturales, y me pasaba horas mirando ilustraciones de cómo se forman los huracanes y los tsunamis (una rara fijación mía a los 9 años).
Tengo un sinfín de recuerdos de cuando mi madre nos sorprendía con alguna historieta y nos trasmitía sentimientos y pensamientos positivos que lo único que hacían era reforzar el vínculo de amor y unión que sentíamos hacia ella, ese compartir entre padres e hijos es realmente el mayor beneficio que se puede obtener de hábitos saludables como la lectura.
Es muy simple leerle a los bebés y niños pequeños, sólo requiere un poco de tiempo y menos excusas. Yo, al igual que mi madre, empecé a leerle a Violet desde que estaba en mi pancita. Le leía de todo un poco, hasta los titulares de algunos periódicos y revistas, pero siempre evitaba contaminar a mi bebé con noticias tristes o negativas.
Me parece genial que en países como Estados Unidos, los pediatras estén “recetando” que se exponga de manera obligaría a la lectura a los bebés de 6 meses de edad en adelante, ya que es fundamental para el desarrollo del lenguaje. Está probado científicamente que los niños que leen tienen una mejor pronunciación, comprensión, una mayor capacidad de retención y sobretodo un amplio vocabulario.
Además de esto, existen estudios que muestran que los niños de familias ricas oyen más palabras habladas, leídas o cantadas que los niños de familias pobres. Esto es lo que se denomina la “brecha de la palabra” y que pone a estos niños de recursos bajos en situación de desventaja incluso antes de entrar en la etapa escolar. En consecuencia, esta penosa brecha afectará su futuro rendimiento académico, su ingreso económico y estabilidad familiar.
Puede parecer que es una pérdida de tiempo leerle a los bebés ya que su capacidad de atención es de apenas 5 minutos, pero créeme, en esos 5 minutos, él vivirá toda una aventura al tocar el libro, llevárselo a la boca, escuchar palabras y observar objetos, es de esta forma como tu puedes estimular no sólo su interés por la lectura sino también su actividad cerebral y desarrollo de su inteligencia.
Aquí les dejo algunos de los libros favoritos de Violet:
{Este es el cuento que Violet y yo hemos leído desde antes que ella naciera. En mi opinión, es el libro que deberían tener todos los niños en edad pre-escolar}
Buen fin de semana!
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